¿Cómo se pone un supositorio? Es posible que el
99,9% de las personas a las que realices esta pregunta respondan lo mismo: ese
glamuroso invento farmacológico se introduce por el lado de la punta. Sin
embargo, vamos a ver que no hay consenso al respecto.
Un poco de
historia del Suposittorium
El origen de
los supositorios es ciertamente antiguo y se tiene constancia de que los
antiguos egipcios, griegos y romanos ya utilizaban este sistema. Aunque fue a partir
de finales del siglo XIX cuando su uso se extendió a la población por
fabricarse a gran escala y comenzó a establecerse como estándar el familiar
modelo torpedo, cuyo diseñador (Henry S. Wellcome) sugería su introducción por el extremo afilado. Y,
así, desde los comienzos mismos de esta forma característica de supositorio, su
colocación fue muy unida al sentido común y muy poco, por no decir nada, a la
ciencia.
Durante
la década de los 70, los supositorios de glicerina fueron el medicamento
estrella, tanto es así que es difícil encontrar a alguien que ronde los 40 que
no haya recibido uno de estos 'impactos'.
Históricamente han tenido
indicaciones poco menos que cuestionables como las de los supositorios
radioactivos para el tratamiento de la impotencia (Vita Radium, un producto para el uso
rectal por parte de los hombres que devolvía el tono del sexo y confería
energía a todos los sistemas: nervioso, glandular y circulatorio, según la
publicidad. Y no acababan ahí sus beneficios, eran buenísimos contra las
hemorroides y las llagas rectales -aunque
no entiendo cómo, ya que los supositorios cargados de radiactividad debían
introducirse por ahí precisamente-..
Cualquiera diría que no dejaban nada vivo a su paso, literalemente).
Actualmente
son formas farmacéuticas poco utilizadas por los adultos, pero se siguen
utilizando con frecuencia por su comodidad en lactantes y niños pequeños
(evitamos que tengan que tragar, mal sabor de medicamentos, etc), en personas
inconscientes o que no pueden tragar.
¿Cómo
se pone realmente un supositorio?
Sea
como fuere, ¿por dónde
se pone en supositorio, por el lado afilado o por el plano?
Esta trascendental y controvertida pregunta no tiene una respuesta clara y
contundente.
Aunque durante un siglo se ha estado
introduciendo por el lado extremo afilado, en 1991 apareció un estudio en la
prestigiosa revista médica The Lancet que dio un giro de 180º al supositorio, tanto
en el sentido metafórico como en el literal. A partir de seiscientos voluntarios, la mayoría egipcios, el
estudio sugería que poniendo la punta plana primero, la inserción es más sencilla y satisfactoria porque el esfínter anal empujaba el extremo
afilado hacia arriba y además se retenía mucho mejor que de la otra forma y era
mucho menos probable tener que introducir el dedo por el ano para colocarlo
bien. Las
conclusiones se convirtieron inmediatamente en dogma: a partir de entonces, no
sólo se explica así en las facultades de medicina sino que pasa a ser el
estándar que se enseña en las escuelas de enfermería de todo el mundo. O sea que si vas a un
hospital y necesitas un supositorio, probablemente te lo pondrán del revés. Pero lo
más sorprendente es que después de este trabajo revolucionario, nadie vuelve a
hablar nunca más del tema. Un artículo del 2006, publicado en el 'Journal of Clinical Nursing', se
hacía cruces y reclamaba que serían necesarios estudios más completos y
extensos antes de establecer una normativa tan universal.
Mientras
tanto, parece que sólo existe una cosa totalmente cristalina hoy en día en
cuanto a la colocación de los supositorios: que hay que sacarlos del
blíster antes de introducirlos por donde la espalda pierde su digno
nombre.
Otra
cuestión interesante que no quiero que se me pase es que cuando hay que partir
el supositorio porque la dosis tiene que ser la mitad, la forma de partirlo es a
lo largo y no a lo ancho como se hace a veces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario